Hay días que es mejor no levantarse de la cama. Y si no, que se lo digan a tres inmigrantes irregulares que habían llegado hace algún tiempo a Ceuta y que ahora intentaban buscar fortuna en otros lugares. No tenían un duro para el viaje y decidieron embarcarse como polizones, a pesar del riesgo que corrían. La ley del mar es inexorable y sabían que era posible que si la tripulación del barco que abordaran les sorprendía podían acabar en el fondo de las aguas... A pesar de ello, se arriesgaron. Tampoco tenían mucho que perder. Y aunque no tuvieron fortuna, porque fueron descubiertos, al menos les quedó el pequeño consuelo de que quienes pusieron fin a su aventura eran los tripulantes de una embarcación... de la Guardia Civil.
Aunque la historia parece sacada de un guión de Berlanga, es real y sucedió el pasado domingo. En el puerto de la Ciudad autónoma permanecía atracado el flamante buque «Río Miño» de la Guardia Civil, de 50,81 metros de eslora y diseñado para la lucha contra la inmigración ilegal. De hecho, fue presentado a bombo y platillo por los máximos responsables del Ministerio del Interior —lo entregó el entonces secretario de Estado de Seguridad y hoy titular del Departamento, Antonio Camacho—, como una de las herramientas más eficaces contra este fenómeno.
En realidad, la presencia de la patrullera «Río Miño» obedecía a una escala técnica, de apenas unas horas, para repostar combustible y reanudar su misión, que lleva a cabo sobre todo en el Mediterráneo y en el África subsahariana.
Cuando se produjeron los hechos, la «Río Miño» estaba atracada junto al edificio de la Autoridad Portuaria. Con movimientos rápidos y sigilosos, tres inmigrantes, dos de ellos subsaharianos y uno asiático, abordaron el barco y se ocultaron en sus bodegas sin que la dotación se percatara de ello. Los desdichados empezaban a respirar ya tranquilos, pero no contaban con que un joven que paseaba por la zona les había visto.
En las bodegas
El testigo indiscreto decidió actuar e informó a los agentes de que había visto «algo raro» y que presumía que se trataba de inmigrantes indocumentados que pretendían esconderse en el barco para viajar como polizones. Estaba en lo cierto. Los ocho guardias civiles que viajan a bordo de la «Río Miño» empezaron a buscar por la patrullera y localizaron a los tres inmigrantes, agazapados en las bodegas.
Como es lógico, los intrusos fueron detenidos por la Guardia Civil y trasladados en un furgón del mismo Cuerpo hasta las dependencias policiales para tramitar su traslado al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde se comprobó que residían hasta ese momento. Los inmigrantes, según fuentes policiales, desconocían que se acababan de colar en un barco de la Guardia Civil dedicado a luchar contra la inmigración ilegal. Lo dicho: hay días que es mejor no levantarse.